
Publicado: abril 16, 2025
Una operación conjunta entre las autoridades costarricenses y la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) culminó con la incautación de 840 kilos de cocaína escondidos dentro de un yate de lujo en Quepos, Puntarenas. Además del cargamento, se decomisaron más de $12 mil en efectivo y se detuvo a tres mexicanos.
El operativo, ejecutado por la Policía de Control de Drogas (PCD), el Servicio Nacional de Guardacostas y respaldado por el Grupo de Operaciones Especiales (GOPES), fue resultado de una investigación minuciosa en la que también participó la Dirección de Inteligencia y Análisis Criminal (DIAC) y la Unidad Especial de Apoyo (UEA).
Según detallaron las autoridades, una alerta sobre la llegada sospechosa de una embarcación extranjera a costas del Pacífico encendió las alarmas. Fue así como, en una maniobra cuidadosamente coordinada, los agentes interceptaron el yate justo antes de que zarpara nuevamente desde el puerto de Quepos.
El yate, que navegaba bajo bandera estadounidense, llevaba a bordo a tres hombres de nacionalidad mexicana, identificados con los apellidos Campos, Vidrio y Espinoza. Tras una inspección detallada, con apoyo de tecnología de escaneo, los oficiales encontraron la droga cuidadosamente oculta entre un doble forro en las paredes internas de la embarcación.
Aparte del cargamento de cocaína, las autoridades hallaron exactamente $12.681 en efectivo, los cuales también fueron decomisados como parte de la evidencia. Los detenidos fueron trasladados a disposición del Ministerio Público, donde enfrentarán cargos por tráfico internacional de drogas.
Este tipo de operaciones refuerzan el papel estratégico que juega Costa Rica en la lucha regional contra el narcotráfico. Aunque el país no es productor de droga, su posición geográfica lo convierte en punto de tránsito clave para grupos criminales que intentan mover cargamentos hacia mercados norteamericanos y europeos. La cooperación con agencias como la DEA ha sido clave para lograr golpes contundentes contra estas redes.
La lujosa apariencia del yate no logró ocultar su verdadera función: servir como medio para transportar droga bajo un aparente manto de normalidad. Una vez más, el narcotráfico intenta infiltrarse con fachadas sofisticadas, pero la coordinación policial logró frustrar su objetivo.